Relato erótico
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AMANTES ARTIFICIALES
He aprendido a deducir la hora que es por el tipo de sonidos que escucho cuando me despierto a media noche. No son siempre los mismos y tampoco es que siempre acierte, pero he llegado a conseguir un margen de error de más o menos veinte minutos.
Esto os lo cuento porque últimamente duermo muy poco, paso gran cantidad de la noche despierta, leyendo, o pensando en mis cosas, que, desde hace una temporadita, es siempre lo mismo: a saber, sexo, sexo o sexo.
Esta noche, sin ir más lejos, me he despertado sobre las cuatro y media, lo sé porque tengo un vecino que sale habitualmente de su casa a las cinco y he oído el ruido de las tuberías cuando deduzco que se lavaba la cara, y porque todavía no se había puesto a canturrear algún extraño pajarito, que nunca vi y que suele hacerlo al rondar las seis de la mañana. Volviendo al tema que ocupa mis pensamientos a estas horas. No sé muy bien por qué, pero hoy me he acordado de un antiguo novio que tuve y con el que mantenía una extraña relación sexual, y digo extraña porque era muy convencional y jamás se salía del patrón que él marcaba. De hecho creo que eso fue lo que rompió la relación.
Pensaba que nuestros polvos eran satisfactorios en general, pero que después de separarnos siempre me quedaba con ganas de haberle dicho y, sobre todo, hecho un montón de cosas que nunca llegaban en posteriores encuentros. Recordando aquellos polvos y casi sin darme cuenta he empezado a ponerme caliente, lo que ha llevado a que mi imaginación saliera volando sin control alguno.
Mi mano también se ha desprendido temporalmente de las indicaciones que le daba mi cerebro y, también por cuenta propia, ha empezado a desplazarse por mi vientre hasta que se ha colado por la goma del pantalón del pijama. Cuando he querido darme cuenta ya estaba jugueteando con mi clítoris, acariciándolo suavemente y notando como se iba mojando poco a poco toda esa zona. Ha sido curioso porque por un momento he pensado que no era mi mano la que me acariciaba, sino que era una mano ajena puesto que yo no le daba órdenes, simplemente me he desconectado y ella ha decidido cómo y qué hacer.
El caso es que me he ido excitando cada vez más y con la otra mano he comenzado a tocarme las tetas, al principio una, con la mano abierta, luego pasaba a la otra, apretándome fuerte y acompañando el movimiento con potentes pellizcos en los pezones que me proporcionaban pequeños espasmos. He ido acompasándome con ligeros movimientos de las caderas que hacían que mis dedos se fueran paseando por mis labios y que mis muslos se fueran separando cada vez más para dar mejor acceso a aquella mano intrusa. Algunos grititos han empezado a escaparse de mi boca para convertirse rápidamente en una entrecortada respiración y unos sonoros gemidos que retumbaban en el silencio de la noche. En unos minutos que llevaba frotándome estaba casi preparada para dejarme llevar y acabar, pero he decidido prolongarlo y darme la vuelta en la cama poniéndome de rodillas, como una gata. Me molestaba la ropa y pronto el pijama ha quedado tirado por el suelo después del vuelo al que lo he sometido lanzándolo con demasiada fuerza.
Pensaba que si alguien me viera en esa postura le resultaría de lo más excitante y de nuevo ha venido a mi mente mi ex novio, al que he visto sentado en la butaca de mi habitación, tocándose por encima del pantalón e invitándome a seguir. Él estaba justo a los pies de la cama, recreándose con una visión de mi culito en primer plano; hacia allí se han dirigido mis dedos, algunos dedicados a separar mis nalgas para dejarle ver cómo se iba colando hacia adentro el más largo de la mano. He tenido que apoyar mi cabeza sobre la almohada para poder liberar la otra mano que se ha dirigido rápidamente a mi coño rebosante y facilitarle una más que espectacular escena de mí, aumentada al elevar mi trasero. Mientras con una mano iba introduciendo de vez en cuando el dedo en mi culito, con la otra he empezado a frotar enérgicamente mi clítoris atrapándolo entre mis dedos. Esos movimientos me proporcionaban unas sensaciones tremendas, incluso llegué a imaginar que lo que entraba por detrás era su polla y no mis dedos.
Pero no, al girar mi cabeza para mirarle, comprobé que una sonrisa atravesaba su cara horizontalmente y que él también se había sacado la polla y estaba acariciándose. Continúa, me dijo, sé una chica mala, me está encantando. Dicho y hecho, volví a darme la vuelta y, abriendo mucho mis piernas continué refregándomelo, introduciendo mis dedos y, sin dejar de mirarle a los ojos, los llevaba hasta mi boca para chuparlos uno a uno, lentamente.
El imaginarme contemplada por él mientras hacía algo que jamás me hubiera atrevido a hacer mientras estuvimos juntos, me ponía más y más cachonda, estaba tan excitada que pensé que mi endurecido clítoris se me derretiría en cualquier momento y he decidido darle un respiro.
Con mi mirada todavía clavada en él, he abierto el primer cajón de la mesilla de noche donde guardo algunos juguetitos y los he sacado todos. Su cara, al verlos, se ha convertido en la viva estampa de la felicidad y mordiéndose el labio inferior para intentar frenar su placer ha aumentado el ritmo de sus propios movimientos. Estaba muy excitado y daba gusto verle así.
Primero elegí una gran verga negra de goma, muy flexible, y empecé a darme pequeños azotes en las tetas y en la entrada de la vagina, lo repetí durante unos minutos hasta que los gritos que me arrancaban esos golpecitos se hicieron demasiado exagerados y me la coloqué debajo del culo, atrapada entre las nalgas para, a continuación, coger un estimulador clitoriano. Sabía que eso sería mi perdición, en cuanto empezara a vibrar en mi coñito me volvería loca del todo y acabaría mi juego, pero quería que él viera lo cachonda que me puedo llegar a poner, lo guarra que puedo llegar a ser.
Con la goma negra atrapada en mi culo encendí el vibrador con forma de mariposa que abarcaba toda mi zona clitoriana y bastante más a su alrededor, era rosa por lo que pensé que le daría una extraña sensación multicolor, y así se reflejó en su cara al verme acercarlo a mi coñito. El primer contacto me hizo arquear la espalda del tal modo que apenas me podía mantener recta y solo tres puntos de mi cuerpo seguían en contacto con la cama: mis pies, bien plantados para poder mantener las rodillas dobladas, levemente el trasero, y la cabeza. Apenas pude estar unos segundos así, chillaba como una loca y las sábanas estaban empapadas de mi constante chorreo, si no paraba el orgasmo me llegaría en cualquier momento y todavía quería que viera otra cosa más.
Me incorporé de nuevo como pude, mi cuerpo sudoroso también empezaba a estar cansado de las sacudidas que yo misma me regalaba y de las paradas continuas a las que me sometía para darle más placer a mi mirón particular. Me volví a poner de rodillas y cogí mi última adquisición, un consolador doble y transparente, como aquellos antiguos monitores de Mac que dejaban ver su interior, y que en mi nuevo aparatito dejaba ver unas pequeñas esferas metálicas unidas entre sí y rodeando un eje central, todas ellas girando sobre sí mismas y alrededor del eje al mismo tiempo cuando lo encendías. Con los dos falos en marcha parecía una locura y este era el mejor momento para estrenarlo.
No me preocupé ya de mirar su cara ni del estado en el que se encontraba su propia masturbación, pues hacía ya rato que no paraba de gemir, así que rápidamente me introduje uno por el ano, que a estas alturas estaba más que lubricado, y el otro por mi vagina. El placer me hizo retorcerme tanto que, debido a la postura en la que estaba, se me escapaba una y otra vez de las manos. Lo cogí con fuerza por la empuñadura, clavé mis rodillas sobre la cama y me dediqué tales acometidas que por fin un glorioso orgasmo me invadió acompañado de un profundo grito fantasmal que quedó suspendido en el aire durante unos segundos y que fue coreado por otros ecos, el gemido final de mi ex novio y el del despertador que me indicaba que ya eran las siete de la mañana.
Me he levantado para irme a la ducha y, sin girarme, me he despedido de él citándole para esta noche a la misma hora. Creo que esta relación que acabamos de empezar va a ser bastante más satisfactoria que la que tuvimos en su día.
Psique